miércoles, 25 de noviembre de 2015

Carta de/a una mujer que pretende dejar de temer.

Hoy es un 25 de noviembre más o menos, depende de quién lo miré y si el vaso está lleno o vacío.
Hoy es el día mundial contra la violencia hacia la mujer, mil campañas alzan sus banderas, muchos muros protestan, muchos labios se pintan de rojo, algunas manos entienden que es tener un punto negro en la palma de la mano y otros torsos se desnudan exigiendo eso tan básico como es el respeto por el otro y en este caso a la mujer.

Miles de casos conocidos, millones desconocidos… ¿Cuántas veces hemos juzgado a alguien por quejarse?, ¿Cuántas veces le decimos que deje ahí, pero no pensamos qué es lo que pasa? ¿Cuántas veces creemos qué es por amor? ¿Cuántas veces aceptamos ese daño? ¿Es solo un grito? ¿Por qué me gritas?...

Siendo defensora de los derechos creyendo que la aceptación por el otro y el respeto son la base de toda sociedad decente y medianamente consciente, puedo decir que como muchas mujeres sino todas he sido víctima de la violencia de genero y no solo por una o muchas palabras mal dichas, gritos y demás… fui víctima del amor, de ese amor enfermo y apabullante que acaba con todo, incluido el amor propio, fui víctima de malos tratos, de malas palabras y de la fuerza bruta de alguien a quién supuestamente amé tanto como para permitirle me hiciera o deshiciera, finalmente me deshizo.

Permití bloqueos, permití sentirme menos, permití decaer y sobretodo no levantarme, permití pasar por debajo de todo y estar oculta a los ojos de su mundo, permití silenciarme a mí misma para complacer su más estúpidas ideas y sus más profundos y miserables deseos…

Me silencié a mí misma con la única finalidad de pensar que me amaba, justo al tiempo que hacía campaña y acompañaba en lo que podía a mujeres tan verracas como Adriana Aranda Cely, hermana de una de las mujeres víctimas de está violencia inconsciente y aceptada socialmente… Hacía campañas con ella, decía NO A LA VIOLENCIA contra la mujer, mientras le permitía a ese hombre ponerme literalmente las manos en su boca para hacerme callar…

Hace un año más o menos tal vez menos que eso, leí un artículo donde alguien hablaba de la violación de la pareja, y de cómo resulta de fácil para un hombre hacerlo y obligar a “su” mujer a que cumpla con sus obligaciones maritales solo porque es la mujer, mientras eso recordaba la historia de una compañera del colegio que me contaba que el papá llegaba a pegarle a su mamá y aparte de los golpes la violaba, su situación económica era precaria y no lograban quitarse a ese hombre encima, ella junto con su hermana no podía hacer mucho… el miedo las dominaba, incluso nunca supe porque me lo contó, por qué no buscaron una ayuda más profesional o algo al menos en el colegio, pero asumo que el colegio no hacía nada… y nada es nada.

¿Cuántas historias faltan por contar? ¿Cuántas historias faltan por entender, por escuchar, POR ACEPTAR? ¿Cuánta violencia se justifica en nombre del amor?

Miles de formas de violencia presenciamos, somos, vemos, contamos, violentar a una mujer solo porque es la pareja es la forma más baja que tiene el ser humano de pedir lo que quiere, pero su afán de poder y dominación no tiene límite… ¿Cómo entender que es una forma de violencia y no un acto de amor? Tuve que escuchar de su boca que había sido uno de los mejores momentos, verme ahí debajo con su fuerza y su mano en mi boca mientras yo lloraba y no hacía nada más que cerrar los ojos para evitar creer en lo que estaba pasando… fue su momento el único en el que pudo dominarme por completo y dejarme ahí sin más… ahí, en mi llanto y en su soberbia dominante de macho…

Entender que en efecto no fue un acto de amor sino de la violencia más ruin y baja me llevo muchísimo tiempo, lo negué tantas veces como fue posible, solo por el miedo a pensar que sería juzgada por los demás y sobre todo por mí misma… siempre me decía y le decía al mundo: no es que a ese man lo único que le falto fue pegarme, pero de hecho lo hizo y de la forma más vil y baja, me violó y se sintió orgulloso de haberlo hecho. Es algo que cargaré por siempre, que debo aceptar como fue y lo que fue, entender que no fue un acto de amor sino de cobardía, que permití que me acabara a su deseo y fuerza, que nadie me lo creería, pero que sé que fue así…

 Hoy lo acepto y pido siempre que no le pasé a nadie, ser esa mujer que lucha y cree que el respeto no debe basarse en el medio sino en la libertad y la seguridad, ser una mujer que piensa que por salir a la calle como le gusta debe ser respetada y no agredida, ser una mujer capaz de compartir con otro ser humano sin ser violentada, sin ser reducida, sin ser menos que nada…

Hoy, mañana, no importa cuando lo importante es que lo hagas antes de que sea muy tarde,  te invito a ti que has pasado por lo mismo y no has podido superarlo que busques la forma de decir NO MÁS, de aceptar y continuar, de entender que no todos son iguales y de que ninguna mujer es pendeja, como mujer te pido que lo hables, seguro alguien te escuchará y te acompañará en tu causa, alguien será esa mano que pides, aléjate de quién te hace daño, de quién solo con una palabra te reduce, nunca será fácil, pero jamás será imposible… Siempre amate lo suficiente para que cuando alguien te ame, no te destroce.


Recuerda que nada te destroza más que lo que tú permites que te hagan.


Gracias por leer… me.